Por Paula Mendoza Bravo, Antropóloga Social
Las ciudades se conciben bajo
diferentes ópticas, desde la antigua Polis griega, pasando por planificadas
urbes nórdicas hasta las megaciudades latinoamericanas de la postmodernidad. El
punto es cuáles de esos criterios obedecen a intereses superiores que
beneficien a toda la población que vive y produce al interior de estas
urbanizaciones y cuáles están allí sencillamente porque es posible utilizar en
beneficio de unos pocos lo que debiese ser patrimonio de todos sus habitantes.
En 1541 don Pedro de Valdivia
fundaba la ciudad de Santiago que ha celebrado su aniversario el domingo recién
pasado, pero aquella ciudad, organizada y planificada alrededor de la Plaza de
Armas dista mucho de la actual, que crece sin planificación como una mancha de
aceite sobre los fértiles valles de la zona central.
En este panorama, nuestras
autoridades han decidido hacer todo lo posible por establecer la expansión de la
zona urbana en nada menos que 10.000 nuevas hectáreas, ubicadas en 8 comunas de
Santiago (Renca, Cerro Navia, Pudahuel, Quilicura, Maipú, La Pintana, Puente
Alto y San Bernardo) tanto así que no conformes con la votación del Consejo
Regional de julio de 2010 en que fue rechazado, el ex Intendente Echeverría
repuso la votación en marzo de 2011 señalando “nuevas condiciones” con lo que
logró fuese aprobado un proyecto que posteriormente sería rechazado por la
Contraloría General de la República.
Al día de hoy la situación indica
que de la inminente ampliación del radio urbano de la ciudad de Santiago no es
un tema resuelto; el Ministerio de Vivienda y Urbanismo prepara un informe
-cuyos avances fueron presentados ante los Consejeros Regionales en enero- que
pretende subsanar los defectos encontrados por la Contraloría en el proyecto. Sin
embargo esto no basta. Hoy es necesario que se convoque a una nueva votación en
que los Cores tengan toda la información sobre la mesa, incluyendo los nombres
de los propietarios de los predios que verían aumentado su valor de la noche a
la mañana a partir de un acto administrativo, tal vez tengamos más de una
sorpresa.
Por eso la ciudadanía debe
informarse sobre las modificaciones que se realicen al Plan Regulador Metropolitano
de Santiago pues con ellas se modifica también su mundo inmediato. Como existen
múltiples intereses operando en esta decisión que finalmente afecta a todos los
habitantes de esta ciudad, es indispensable que se genere una instancia seria
de participación, que tenga algún nivel de incidencia sobre determinaciones que
condicionan nuestra calidad de vida.
Si una ciudad como esta aumenta
su población en unos dos millones de habitantes –que sin duda llegarán atraídos
por la expansión que desean realizar las autoridades, es necesario garantizar
sistemas de transportes eficientes y accesibles, cobertura hospitalaria,
creación de escuelas, comisarías, fuentes de trabajo y un sinfín de aspectos prácticos
al momento de contemplar una modificación de esta envergadura. Eso sin
considerar que los sectores contemplados en esta extensión son zona de riesgo
de inundación en 3 de las comunas donde se espera establecer zona urbana y por
lo tanto apta para vivienda –Pudahuel, Quilicura y Maipú-. Siendo Chile un país
de catástrofes naturales frecuentes, basta tener dos dedos de frente para
anticipar las desgracias que lamentaremos en poco tiempo si esto continúa el
curso que las autoridades quieren darle.
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