jueves, 21 de abril de 2011

La Pérgola y la falta de dirección política en la izquierda de Ñuñoa

Tomado de Blog "Plaza Ñuñoa"
Por Jerónimo Sepúlveda

La pérgola del lado sur de la Plaza Ñuñoa se ha convertido en los últimos días en la principal bandera de lucha de las organizaciones sociales de ese sector de la comuna. La iniciativa de Sabat de licitar este espacio público -en ruinas desde el terremoto- para la instalación de un restaurant ha gatillado la reacción de diversos grupos que lo consideran un patrimonio irremplazable para la realización de sus actividades además de su valor histórico como espacio de resistencia a la dictadura.

Y sin embargo, por muy suyo que sea ese espacio, a un año del mentado sismo, ninguna de estas organizaciones tuvo la iniciativa de postular a un fondo concursable, o de llamar a trabajos voluntarios para su restauración, o por último de enviarle una carta al alcalde solicitando la mejora. Así de querido es el espacio.



La iniciativa la tuvo el alcalde, y ahora toda la izquierda se articula y une en torno a este tema. Una cosa es clara, la agenda la pone el alcalde y la izquierda es reactiva. Tan reactiva es, que en la cólera democrática no duda en poner en riesgo su propia unidad, salpicando al concejal elegido con sus votos por su actuación en el concejo, cuyo objetivo no fue otro que garantizar el carácter familiar del sector sur de la plaza.

Cometió un error y lo reconoció, no alertó a las organizaciones del sector de la iniciativa del alcalde. Pero la situación es la misma, la izquierda espera la iniciativa del concejal para luego pedir cuentas, en lugar de ofrecerle una plataforma, un espacio donde debatir de forma permanente, para usar su posición incidiendo en el concejo. Es la izquierda reactiva que no hace política, a lo sumo responde políticamente.

El alcalde dice pérgola y ahí tenemos a la izquierda diciendo pérgola, alzándola como el bastión de la democracia. Y de pronto nos olvidamos de que hay edificios inhabitables en la comuna, deteriorándose ante los ojos hambrientos de las inmobiliarias y la derrota de cuanto vecino propietario. Nos olvidamos de que en otros barrios de nuestra comuna, donde la dictadura se enfrentó con barricadas, hoy gobierna el tráfico de drogas. Nos olvidamos de que en Ñuñoa hay pobreza, si Pobreza, esa que debiera indignarnos cada mañana al levantarnos. Nos olvidamos de que tenemos cientos de vecinos que no tienen más alternativa que vivir de allegados, cuando en esta comuna se especula con los terrenos.

¿No debiéramos preocuparnos por el destino de los cientos de millones de pesos que el gobierno regional otorgó a la municipalidad para tecnología de punta en los liceos? ¿Los alumnos y apoderados de estos colegios han podido palpar los resultados de estas inversiones? ¿No debiera la izquierda de Ñuñoa pensar en estos temas de mayorías y de carácter transformador en una comuna desigual?

Celebramos las pequeñas victorias: “salió en la prensa lo de la pérgola”. Como han de reírse los editores del poder describiendo este conflicto. ¿No le estaremos haciendo un favor a Sabat? ¿Estamos seguros de que en un plebiscito perdería la opción de tener bajo esa belleza arquitectónica una heladería? Me permito ponerlo en duda.

Al hacer política con esta pérgola nos miramos el ombligo, porque nosotros la usamos. Lo que se transmite hacia la mayoría que no la usa no es una alternativa de gobierno comunal, no es una oposición preocupada por los problemas mayoritarios o por combatir los males de esta sociedad. Es en el mejor caso un grupo de interés que se puede ver con simpatía y en el peor caso unos recalcitrantes que reclaman por todo.

Esta reflexión la hago con un propósito. Para ser alternativa, la agenda la debemos marcar nosotros y para eso tenemos una herramienta: la unidad de la izquierda.

Voto por una Asamblea de Izquierda, constituida por sus expresiones más diversas, partidos, movimientos, organizaciones sociales, capaz de aglutinar y hacer partícipes a esos miles de jóvenes independientes. Una Asamblea que se preocupe y ocupe de los temas mayoritarios, sin dejar de lado ninguno. Que pueda articular trabajo en las poblaciones convertidas en patio trasero de nuestra comuna, que tenga la capacidad de ayudar a fomentar la unidad sindical de los miles de trabajadores explotados en nuestra comuna, que tenga su expresión en los pingüinos y profes y se coordine con los de las Ues, que vele por la preservación de los espacios públicos con iniciativas creadoras y que tenga sus propios medios para mostrarse a la comunidad como alternativa real.

Una asamblea de izquierda dialogante con el resto de las fuerzas democráticas, pero con su agenda propia, con sus valores enarbolados, con su historia de dignidad. Una izquierda que se crea el cuento de ser convocante. Una izquierda con sus concejales y los que se le quieran sumar, una izquierda con hambre de alcaldía.

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