El diagnóstico de Sergio Aguiló
La Concertación no tiene remedio
La reciente renuncia del diputado Sergio Aguiló Melo a dos décadas de militancia en el Partido Socialista y su inmediata adhesión a la iniciativa para construir una nueva fuerza de Izquierda en Chile, sorprendieron a muchos. Pero su decisión es culminación de un largo proceso de desencuentros con la dirigencia del PS y la Concertación. Durante el gobierno del presidente Ricardo Lagos publicó un documento con sugestivo título: “Chile entre dos derechas”, y fue el único diputado que voto contra el tratado de libre comercio con Estados Unidos. Sostiene que la Concertación está agotada, porque ha dejado de representar a aquellos que creyeron en ella y se muestra convencido de que ésta es una oportunidad para hacer de la Izquierda una fuerza ciudadana amplia, democrática, participativa y renovadora en sus propuestas, que puede convertirse a corto plazo en un actor protagónico de la política chilena.
A solicitud del presidente del PS, Osvaldo Andrade, y de la comisión organizadora del congreso, Jorge Arrate y usted enviaron una carta al Congreso del Partido Socialista...
“En ella planteamos un proyecto alternativo al del Partido Socialista. Pensamos que el PS y la Concertación se han despojado de la vocación transformadora que tuvieron cuando derrotamos en plebiscito a Pinochet y propusimos al país cambios de fondo en las estructuras políticas, sociales y económicas que habíamos heredado de la dictadura militar.
Planteamos a los dirigentes socialistas que se han transformado en administradores de un modelo neoliberal que mantiene a Chile como uno de los países más desiguales e injustos del mundo. Un país que tiene niveles altísimos de exclusión social y política, donde se vive la discriminación de los pueblos originarios, de la juventud y de las mujeres. Con la educación superior más cara de América Latina, cuyos niveles de crecimiento económico no se traducen en mejoramientos significativos en la calidad de vida de sectores muy amplios de la población. Esto constituye el origen de la pérdida de adhesión ciudadana de la Concertación, una coalición que gobernó con más del 50 por ciento de los votos y que hoy tiene apenas 23 por ciento de apoyo.
En nuestra carta invitamos a los socialistas a pensar en alternativas que lleven a fortalecer la Izquierda. Les decimos que es indispensable construir una Izquierda dispuesta a hacer cambios de fondo en Chile. Desde esa Izquierda fortalecida y ampliada, orgánica y conceptualmente, tenemos que insertarnos en las nuevas luchas por la diversidad sexual, el respeto al medioambiente y los derechos de nuestros pueblos originarios, la distribución del ingreso y el cambio del modelo económico. Hablamos en esa carta de una Izquierda que esté en condiciones de ampliarse en sus alianzas a otros sectores democráticos que tengan también como adversario principal a la derecha”.
América Latina de hoy
Muchos dicen que no es posible hacer estas transformaciones, porque la correlación de fuerzas, la realidad internacional y el poder de las multinacionales lo impiden. El único paliativo al modelo neoliberal son ciertas políticas sociales, como las aplicadas por la ex presidenta Bachelet.
“El panorama de América Latina desmiente esa aseveración. Existen al menos diez proyectos progresistas o claramente de Izquierda. Hablo de Uruguay, con dos períodos del Frente Amplio, y de los gobiernos de Paraguay, Ecuador, Nicaragua, El Salvador, Venezuela, Bolivia, Brasil, Cuba y Argentina. Estos procesos han implementado programas profundamente democráticos, que están logrando una redistribución sistemática del ingreso, como lo demuestran los datos de Naciones Unidas. Estos proyectos incorporan la recuperación de las riquezas básicas y de empresas públicas privatizadas por gobiernos anteriores. Este rescate se está realizado con la participación de las organizaciones sociales y populares y con el concurso activo de los pueblos originarios.
Este conjunto de procesos demuestra que Chile, Colombia y un par de países más somos la excepción; porque en Latinoamérica la regla general la constituyen los gobiernos progresistas y de Izquierda, que realizan cambios en la distribución del ingreso y recuperan las riquezas básicas por la vía de la movilización social y la participación electoral de los pueblos. En Chile la ciudadanía demandó la misma participación que en los otros países de América Latina, pero aquí la clase política de la Concertación estuvo muy por debajo de las expectativas y necesidades de la base social que la apoyaba, porque no hizo lo que prometió desde el plebiscito de 1988 y la elección de 1989”.
¿Será posible hacer una rectificación del PS y de la Concertación?
“Creo que las bases de la Concertación y un segmento significativo de sus dirigentes intermedios tienen una visión compartida con la nuestra. Sin embargo, la mayoría de la cúpula está hoy cooptada por poderes fácticos conservadores, que son los que financian las candidaturas de sus principales dirigentes. En otros casos se trata de personeros, como todos los ministros de Hacienda de la Concertación, convencidos que el neoliberalismo es la única ciencia económica posible de aplicar. La suma de estos neoliberales convencidos con los otros cooptados, hace que desde dentro del PS o la Concertación sea imposible esperar cambios.
Otra cosa es lo que podemos hacer desde una fuerza de Izquierda situada afuera, que se levanta y comienza a ser protagónica. Está el Partido Comunista por un lado, y otras organizaciones de Izquierda, como la que estamos impulsando bajo el liderazgo de Jorge Arrate, representadas por importantes dirigentes políticos, sindicales, vecinales, juveniles, feministas, ambientalistas y eco-socialistas comprometidos con la fundación de una nueva vertiente de Izquierda”.
Nueva oportunidad
para la Izquierda
Hay innumerables intentos fallidos de construir este tipo de Izquierda. ¿Por qué éste podría resultar?
“Lo más evidente: porque hoy la Concertación no está en el gobierno y para sus militantes y dirigentes intermedios es mucho menos atrayente el proceso de cooptación que pueden ofrecer sus dirigentes nacionales. No tienen el gobierno para ofrecer trabajo, no tienen espacios de poder para ofrecer figuración y, probablemente, en las próximas elecciones municipales vamos a llegar a la conclusión que tampoco pueden ofrecer carreras electorales muy promisorias.
En segundo lugar, por la emergencia de nuevos movimientos sociales desde el mundo sindical, poblacional o ciudadano, como el movimiento por una nueva Constitución, el ecologista, el de consumidores o los movimientos regionalistas, como los de Iquique, Constitución o Punta Arenas, que señalan que la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas no se sienten representados por la derecha neoliberal ni por la Concertación. El pueblo está buscando nuevas salidas a los problemas que vivimos y son los propios movimientos sociales activados los que están indicando el camino”.
¿Cuáles son las bases de un nuevo proyecto de Izquierda?
“A mi juicio tenemos que construir una propuesta profundamente vinculada a las luchas sociales que emerjan, porque las contradicciones de una sociedad como la actual no se inventan; están en la raíz del sistema neoliberal y en ellas se generan naturalmente los liderazgos y contenidos que las impulsan. Esta Izquierda contemporánea debe creer en la democracia representativa y en la democracia directa; considerando que la segunda no es antagónica con la primera. La democracia directa resuelve especialmente problemas generados en espacios geográficos reducidos o conflictos parciales; pero los temas que importan a la sociedad en su conjunto hay que resolverlos por lo general mediante la democracia representativa, permitiendo el libre juego de todas las corrientes de opinión.
No me imagino una Izquierda que levante las ideas de los sesenta, en el sentido de un Estado que es asaltado y capturado por los trabajadores. La historia demostró que ese camino no era posible. Pienso más bien en una Izquierda inserta en la gran corriente progresista de América Latina, que defienda y recupere las riquezas básicas para el país, sobre todo el agua, el litio y el cobre.
Chile es el único país del mundo que tiene toda el agua privatizada. Codelco, que en algún momento poseía el monopolio de la producción de cobre, hoy aporta sólo el 35 por ciento del total: el restante 65 por ciento está en manos privadas. Si no podemos recuperar la propiedad de ese 65 por ciento, tendremos que aplicarle regalías (royalty), para que el conjunto de los chilenos y chilenas nos quedemos con la parte principal de los recursos. También tenemos que recuperar el litio. Será muy importante en el futuro de la Humanidad y nosotros somos potencialmente el principal productor del mundo. Esto podrá ocurrir desarticulando los grupos económicos que concentran la mayor parte de la riqueza y que nos tienen entre los diez países más desiguales del planeta.
Hay que bregar para que todos los trabajadores y trabajadoras puedan sindicalizarse y negociar colectivamente; porque en Chile negocia apenas el 5 por ciento de los trabajadores y el 95 por ciento está fuera de ese derecho. Tenemos que impulsar un plan que deje a la salud pública de calidad como eje central del sistema, y una educación que tenga como pilar principal la enseñanza pública en todos sus niveles, desde el preescolar hasta el universitario. Necesitamos derogar leyes injustas como la antiterrorista y la de amnistía y plantearnos nuevas legislaciones que entreguen más poder a los municipios y promuevan la participación social y popular. Nuestro programa debe incluir también una nueva Constitución, que surja de una Asamblea Constituyente u otro mecanismo efectivamente democrático”.
Propuesta alternativa
Existe un repudio ciudadano a la política como actividad. ¿Cuál sería la propuesta alternativa de esta Izquierda a la sociedad?
“Hoy existe una tendencia democratizadora en todo el mundo. Raúl Castro acaba de proponer en su informe al Congreso del Partido Comunista de Cuba que las máximas autoridades de ese país, incluido el secretario general del partido, permanezcan como máximo diez años en los cargos. En nuestro país tendríamos que proponer ideas semejantes para los cargos de representación popular.
En la organización política que construyamos podrán participar personas, grupos organizados y movimientos sociales. Queremos ser una fuerza muy distinta de las existentes actualmente en Chile, con expresiones políticas, sociales y culturales diversas, como la ecologista, la indígena, la feminista o la de consumidores. En esta nueva fuerza los cargos de dirección intermedia o superior y los de representación popular deben ejercerse por un máximo de dos períodos y todos los mandatos deben ser revocables.
En nuestros debates nos imaginamos una fuerza que esté siempre concursando ante la ciudadanía y que sea autónoma y descentralizada en regiones. En Punta Arenas, por ejemplo, los temas que motivan a su gente son muy distintos a los de otras regiones de Chile y tenemos que dar cuenta de esas diferencias regionales. Es muy importante que los militantes que trabajan en un territorio o las organizaciones que participan de un movimiento social determinado, sientan que tienen autonomía para tomar sus propias decisiones en lo municipal, en lo regional o en la defensa de una causa ecológica. Estamos pensando en una fuerza muy alejada del centralismo democrático de la Izquierda histórica”.
¿Cuál será el rol de lo electoral?
“Debe ser una fuerza que no ponga el centro de su actividad en lo electoral. Que entienda ese espacio como un lugar al que se concurre para explicar propuestas y puntos de vista. Cuando ocupemos un cargo en un Concejo Municipal, una alcaldía o en el Congreso Nacional, lo haremos para tomar decisiones que importen y beneficien a los ciudadanos y ciudadanas.
Esta Izquierda será muy distinta de la tradicional, porque estará presente en todos los espacios de la sociedad. Serán igualmente importantes el movimiento estudiantil, de pobladores, intelectuales o trabajadores, fabriles, del retail o que laboran por cuenta propia”
RUBEN ANDINO
(Para tomar contacto:
lanuevafuerzadeizquierda@gmail.com)
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 732, 29de abril, 2011)
punto@tutopia.com
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