Nada habiendo encontrado –¡absolutamente nada!– en este rincón del planeta, hoy, domingo, ya noche, sobre la Revolución de los Claveles, sentí necesidad de enviar una nota acerca de ella, aunque tenga que ser escrita a correr y muy sucinta.
Poco después de medio año del abyecto Golpe de Estado en Chile, consumado por sicarios uniformados al servicio del Imperio y de oligarcas nacionales, en un escondido y silencioso país del extremo occidental de Europa, Portugal, ocurrió exactamente lo contrario: militares democráticos –liderados especialmente por capitanes–, agrupados en el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA), derrocaron la dictadura filo fascista, retrógrada y beata, en el peor sentido, con una ejemplar acción incruenta, cuyas únicas víctimas mortales fueron civiles desarmados que la brutal PIDE (aparato represor del régimen, eufemísticamente llamado Policía Internacional y de Defensa del Estado) ametralló, pues las calles –esas grandes alamedas, del postrer discurso de Salvador Allende– se abrieron, colmándose de hombres y mujeres finalmente libres, después de 47 años (¡¡¡cuarenta y siete años!!!) soportando la oscurantista tiranía y un decenio de sangrienta guerra colonial, en cuatro frentes africanos.
Inicialmente concebido más como limitada acción para lograr exigencias de los jóvenes militares y algunos tímidos avances políticos, el proceso se amplió y profundizó, muy rápidamente, en escasos días, porque el pueblo desoyó las recomendaciones delMFA –preocupado por posibles combates–, de quedarse en sus casas y salió a los espacios públicos, trasformando el Movimiento en la Revolución de los Claveles, así denominada a partir de la espontánea iniciativa de algunas modestas floristas, que los pusieron en cañones de fusiles, hermoso gesto que no tardó en multiplicarse, en esa sorprendente unidad combatiente que hermanó soldados y obreros, a partir de la mañana de 25 de abril de 1974.
Sin embargo, muchos miles de militantes del partido de la Dictadura, de miembros de la paramilitar Legión Portuguesa, oficiales superiores antidemocráticos y ex pides –travestidos de ‘revolucionarios’–, caro y sistemáticamente apoyados por las especializadísimas y muy experimentadas agencias norteamericanas –dirigidas, directamente, por el criminal Kissinger– y europeas, todo hicieron contra el proceso libertador, llegando, el 11 de marzo de 1975 (agudo sarcasmo del calendario: ¡el 11 de marzo de este pesaroso año asumió el gobierno piñerochetista!) a implementar un golpe contrarrevolucionario, que fracasó, con el pueblo masivamente movilizado, reforzando a los sectores de izquierda: se nacionalizó la banca y toda la gran industria, entre otras medidas para beneficio de las mayorías, además de extenderse la Reforma Agraria, con el MFA anunciando que se había iniciado la transición al socialismo.
No fue así (imposible contar la historia, al menos, ahora), pero Portugal se afianzó como país democrático y acabó la guerra en contra de africanos, concretándose las independencias de Angola, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Mozambique y Santo Tomé y Príncipe; posteriormente, en circunstancias diferentes, Macao fue devuelto a China y Timor Este también se independizó, extinguiéndose el colonialismo lusitano…
Intentando reparar tan incompleto y compacto telegrama, les doy una yapa: Grândola, vila morena, la canción de 'Zeca' (José) Afonso, prohibida por la Dictadura, que –al ser emitida, a las 00.25 horas del 25 de abril de 1974, por Rádio Renascencia– fue la señal del MFApara que los militares democráticos ocuparan los puntos estratégicos de Portugal:
Como dicen en ese pequeño país (únicamente en tamaño: compárense sus 92.391 km2 con los 755.839 chilenos, sin considerar la Antártida), que un viejo amigo calificó de ‘secreto’, pero inmenso en numerosos aspectos, sobre todo en la calidad de su pueblo, generoso y cálido: ¡25 de abril siempre!
Cuatro archivos adjuntos
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Tweet1º de mayo de 1974
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